Retales de una pérdida



La verdad es que desde que murió mi abuelo hace ya algunos años, no había bajado a la parata de su trabajo. La semana pasada decidí bajar y me encontré con miles de detalles y recuerdos que quise fotografiar. Parecía como si Francisco fuese a volver a la mañana siguiente, aunque todo mas polvoriento, oxidado y apolillado. Todo aquello quedó intacto desde que murió, prácticamente virgen y a merced del tiempo que no perdona lo vivo, pero tampoco perdona lo inerte.



Tras los años de posguerra civil, mi abuelo consiguió con mucho esfuerzo comprarle a sus hermanos su parte en dos cachos de tierra en la vega del pueblo de Viator en Almería. Unos metros que les había dejado en herencia su difunto padre. Los años de hambruna y de falta de trabajo hicieron que mis tio-abuelos tubieran que salir hacia Cataluña donde había trabajo, así que decidieron desprenderse de los lazos que les ataban a nuestra tierra. De muy poco valor y con mucho esfuerzo fué levantando por si mismo un muro por "estratos" para delimitar la parcela y así poder guardar ganado en él. Empezó con una vaca para finalmente acabar por tener mas de una veintena de ellas.



Siempre suelo decir que el "trabajo" es una cultura dentro de mi familia Góngora. Jamás suelo recordar a mi abuelo Francisco y mucho menos hoy día a mi padre o mis tios, sin ninguna herramienta o utillaje entre las manos. No suelo recordarlos sentados y desde luego no descansando. Se trata de un defecto genético o una catarsis mental que nos inquieta las piernas aunque estamos sentados. Mi mujer decía el otro día que tengo el "síndrome de los pies inquietos" e hipondríaco de mí, me lo creí a pies juntillas. Será la herencia genética ...



La "parata", como nosotros la llamamos son los restos de una antigua vaquería, donde mi abuelo vivió toda su vida. Si en un tiempo pasado fué el origen de sus desvelos y alegrías, últimamente solía ser su rincón de retiro cuando se juviló y murió mi abuela. Actualmente está todo lleno de cachivaches oxidados, cuerdas rotas y utensilios que él utilizaba antaño. La impresión es desoladora y marciana cuando entras allí. Se ha convertido con el tiempo un lugar polvoriento, húmedo y desaliñado, aunque fotográficamente encantador para mí.






Siempre he recordado este lugar como un enjambre de aparatos lunáticos y de difícil conocimiento acerca de para que se usaban. Las cadenas y cachivaches cuelgan por todos los lugares, sueltas o en racimos parecen medallas por su dura trayectoria en el trabajo. Uno de esos premios olvidados de la academia de la vida. Me gusta su presencia con sus contrastes y la luminosidad de la pared, así como el óxido que desprenden.







La dificultad de exponer bien la luz, ya que en la parata la misma es muy tenue, así como los altos contrastes que me iba encontrando me hicieron forzar un poco el iso, con el correspondiente ruido que genera. Sin embargo, tengo que reconocer que esta vez he usado el ruido y los fuertes contrastes para conjugarlos en mi favor. Les aportan a las fotografías un toque texturizado que junto con un ambiente lumínico ideal impregnan esta colección fotográfica, para mí, por supuesto, de una personalidad propia.



En esta ocasión me he permitido de usar en toda la exposición el blanco y negro. Personalmente creo que para las fotografías, la ausencia de color es como la fuente de la juventud para las imágenes, unas imágenes que se impregnan de un aire de atemporalidad magnífico.



Conforme pasaba el tiempo allí metido, imaginando para que servirían cada uno de esos cachivaches me dí cuenta de una cosa y un escalofrío me recorrió por la espalda cuando mi tía me lo confirmó. Prácticamente la mayoría de las cosas que estaban presentes, se encontraban tal cual el las dejó, a la intemperie y merced de los elementos y algún que otro ladronzuelo o animalillo.





Allí podía ver aun las polvorientas ropas que colgaba tras lavarse, las llaves de lugares olvidados, una linterna sin pilas, un abrelatas, una botella verde de agua y miles de resquicios de una vida pasada que ahora sólo podemos sospechar que existe porque nos lo enseñan los "callejeros por el mundo", pero que nos olvidamos que no hace mucho tiempo, estábamos nosotros así.



La parcela tenía en uno de sus lados un pozo de donde se abastecía la casa de agua. Antiguamente regentado por una garrucha que no pude encontrar para fotografiar. Su estado es hoy realmente lamentable.



También podemos encontrar los restos de un motor de succión que en los últimos tiempos, antes de los estragos que hicieron con el sector las cuotas lácteas europeas, se utilizaba para el ordeño automático. Hoy día está totalmente en un estado dantesco. Os dejo unas capturas que le realicé.







Mi abuelo siempre tuvo todo el techo de la explanada de la parata con un entramado de alambres repleto de parras. Unas parras que daban unos racimos de uvas magníficos y mantenían los habitantes que vivian abajo con una temperatura muy alejada del sofocante calor del verano. Hoy día, sólo quedan cuatro alambres colganderos que aun los mercaderes de la chatarra no han hecho buena cuenta de ellos.





Yo había estado jugando allí y la verdad es que para mi, todas estas fotografías tienen un tono melancólico que a mi especialmente me enamora. Todas las g





Es impresionante para mí como hoy revelando las fotografías y escuchando a "Daughtry" se me escapó una lágrima. Supongo que el sufrimiento de aquella vida no fué en vano... Estoy deseando acabar esta serie de fotografías y enfundarme de nuevo el traje de simple y vanal, sólo hasta que la cámara me devuelva los sentimientos.

Desde luego esta exposición se la dedico a mis cuatro abuelos fallecidos, a mi padre y a mis tíos, que trabajaban desde los dos años y medio. Tuvieron una vida muy muy dura. Eran trabajadores natos y nos ayudaron a que hoy nos encontrásemos una vida mas cómoda, a pesar de las crisis y que muchos no valoran.

Sin embargo, no quería terminar esta exposición sin conseguir vencer la desolación sin poner una pizca de esperanza en el lugar. La vida se abre paso en cualquier lugar y esta captura da fe de ello.



Espero que os haya gustado, que hayais podido reflexionar y sobre todo disfrutar con el valor de una imagen....


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5 comentarios:

  1. Jose, la serie de fotografías es estupenda y tus palabras también, tanto una cosa como otra me han hecho evocar tiempos pasados.
    Un saludo.

    Ángel

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  2. Me han emocionado muchísimo las fotografías 11, 12 y 14. Las que muestran la vida de tu abuelo tal y como estaba hasta que ésta se truncó.

    Las botas, las llaves y la ropa colgando esperando al día siguiente para que fueran utilizadas de nuevo... sólo que ese día no llegó ni llegará.

    Preciosas Jose. Enhorabuena y olé por ser tan valiente como para enfrentarte al pasado de una forma tan directa, no es fácil.

    Saludos xés.

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  3. http://loschascarrillosdejose.blogspot.com/

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  4. Un excelente trabajo fotográfico, aderezado con un contenido emocional sincero y sobre todo humano. Me ha encantado todo el reportaje, tanto las fotografías como tus palabras representan a la perfección lo que has querido expresar, y lo más importante, has sabido comunicarlo.

    Enhorabuena, es un trabajo excelente.

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