Este año ha sido un buen año en lo personal y en lo profesional. Comenzó trayendo al mundo a mi segundo hijo Jose Ramón, por lo que no pudo comenzar mejor. Mis hija mayor ya va al colegio y se adapta fenomenalmente. Es una mujercita que a veces te sorprende. Intento cada dia ser mejor padre y esposo.

Este año, la fotografía me ha traido buenos momentos y retos. Mi entrada en la asociación Indalofoto me ha brindado la oportunidad de conocer a fotógrafos impresionantes, escuchar esperiencias y vivencias, así como disfrutar de lo lindo de un mundo fantástico. He aprendido muchísimo, he hecho buenísimos amigos y por fín tuve una exposición fotográfica personal, que no será la primera.

Muchas gracias por todo a muchos de vosotros, a Angel Soler, Luis de la Poza y Antonio Ciendones, ellos alimentan mi pasión y encauzan mis resultados, a los miembros del GRUPO INDALOFOTO, con vosotros aprendo y disfruto muchísimo, a Pedro Desorientador, porque el haber llegado a alguien como para hacer tantos kilómetros para asistir a una exposición mía es un auténtico lujazo, a Antonia Medina por esa gran oportunidad de realizar un sueño fantástico, a mis padres por dejarme el legado del trabajo, la perseverancia y la paciencia, a mis suegros Ramón y Loly y al Ayuntamiento de Laroya, porque creer es poder........ y sobre todo, sobre todo, a mi mujer Lholy y a mis hijos Jose Ramón y Loli, sin su comprensión, sus ánimos y su cariño no hubiese vivido y disfrutado tanto este 2011. Seguro que en esta lista faltan muchísimos, así que a todos, MUCHISIMAS GRACIAS A TODOS!.

Finalmente quería dejar para mas tarde a TODOS VOSOTROS QUE VISITAIS MI BLOG, sin vosotros este sitio no sería nada, y como siempre os digo, SIN VOSOTROS, TODO ESTO SERIAN IMÁGENES EN UN CAJÓN...

Como muchos de vosotros, últimamente he estado esperimentando con la fotografía de retrato. Se trata de un campo que me gusta muchísimo, a raiz de lá exposición temática sobre retratos que realicé en el Salón de los Aljibes Árabes. Modelos no me suelen faltar, pero a Esther suele hacerle ilusión. Me ayuda muchísimo a aprender todas estas pruebas.

Aun tengo que controlar la luz, porque se trrata de un elemento crucial en las composiciones. Observar, medir y jugar con ella es todo un reto para alguien que comienza como yo. En ese sentido también tengo que darle las gracias a gente como Ángel Soler, Antonio Ciendones, Luis de la Poza y mi mujer, Lholy, porque con sus consejos e inventiva, a veces no sabría seguir en este mundo.

Espero que os haya gustado. Os enseñaré muchas mas.


Hoy quería recomendaros encarecidamente este curso.

Impartido por un profesional de la captura, retoque y modelaje, con mas de 30 años de experiencia profesional: ANTONIO CIENDONES

Temario específico para ser aprovechado por fotógrafos.

Principalmente se trabaja con photoshop, pero se ven diferentes herramientas complementarias.

Un horario para todos los públicos, permite conjugar trabajo y obligaciones con el curso.

La semana pasada fuí uno de los alumnos que lo cursó y tengo que reconocer que quedé realmente muy satisfecho. Os animo a que no perdais esta oportunidad.

Aquí os dejo algunas de las capturas de la semana pasada.












Los paisajes en blanco y negro siempre me han fascinado. El pasado mes, el grupo Indalofoto hicimos una salida fotográfica por las calas del parque natural de Cabo de Gata, y, evidentemente esta fue una de esas capturas. Se trata de una panorámica realizada en tres capturas verticales y unidas con PTGui.

Espero que os haya gustado la captura. Os espero en la siguiente parada.



Supongo que para mi, el Restaurante El 120, en Huércal de Almería tiene un significado especial. Algunos creen que se trata de un sitio por el que paso todos los dias y que no merece la pena levantar la mirada para encontrarte con sus vestigios, pero para mi es un recuerdo de mi abuelo Antonio. Este restaurante, antaño muy famoso entre camioneros y gente de paso, forma parte de la memoria viva de mi pueblo. Por aquel entonces, no había trabajador que no se parase a tomar un cafetito antes de comenzar la jornada laboral o a jugarse un dominó despues de la misma. Mi abuelo Antonio era uno de ellos.

Creo que esa especie de melancolía, unida al gran cariño que siento por Huércal y nuestra memoria, no quería que pasase el tiempo y quedarme sin un recuerdo del mismo. Aprobeché que aquel día era un dia muy muy lluvioso, con unas nubes que brindaban una luz tenue dificilmente captable sin subir el iso y sin trípode. La captura fué realizada mediante dos exposiciones, una para las luces y otra para las sombras.

Se trata de un lugar que fotografiaré mas adelante, quiero hacer alguna nocturna, pero ya vendrá la oportunidad.

Espero que os haya gustado, un abrazote y hasta la siguiente.....


Como muchos de vosotros sabeis, el sábado fué mi cumpleaños. Y como recompensa, mi mujer y mis cuñados me regalaron una salida fotográfica al paraje del Charcón del Buey para capturar los impresionantes colores rojizos y amarillos que este otoño especialmente seco nos brinda. Despues de comer y con muy poco espacio en la tarjeta de memoria, María, la prima de Lolhy, mi mujer, se prestó a petición mia para que le hiciese una sesión fotográfica.

Muy nerviosa, al comienzo de la sesión y frente a mi objetivo, le temblaba el pulso. Le temblaba hasta tal punto, que dos capturas de primer plano de sus manos me salieron trepidas. Poco a poco se fué soltando al ver que no era un juego de adolescentes con una cámara recien comprada.

Tengo que reconocer que al observar por lo alto las capturas en el ordenador, me han dejado muy buen sabor de boca. Se trata de una sesión con luz natural, muy...Natural!. El enfoque medianamente correcto, la luz justa, incluso diría que justamente escasa, los colores, los correspondientes maravillosos ocres y amarillos del otoño y sobre todo, sobre todo, UNA MODELO MAGNIFICA. Espero repetir en alguna otra ocasión.

Publicaré todo el book de la sesión mas adelante, ya que estoy ultimando una exposición sobre el otoño en Laroya. Pero aquí he querido enseñaos un adelanto de la sesión.

Un saludete y hasta muy pronto. A seguir fotografiandoooo!.



Esta fotografía está protagonizada por Esther y Javi. Resume un poco mi modo de verlos. Ambos siempre tienen una cierta tensión amorosa y sentimental, que se palpa en el ambiente cuando estás con ellos. Sabes que se quieren y te lo hacen sentir así Esther, cariñosa y dulce, no duda nunca en darse a él, sin pensarlo. La captura lo recoge muy bien, cierra los ojos y se lanza al vacio. Javi es un experto en mantener las distancias, siempre mantene en ella ese magnetismo que le hace volverse loca, es consciente de ello y lo aprovecha. Si duda un ying y un yang para la eternidad.

Esta es la manera de leer la escena de una fotografía, no todo son datos técnicos y mucho menos cuando utilizas el ruido a modo compositivo.

Quería dedicarles una entrada a estos dos elementos. Tengo que reconocer que siempre me apoyan en mis disparates y hoy, cuando les dije que me acompañaran a hacer las capturas de otoño, no se lo pensaron. A veces uno recibe mas de lo que da, por eso tengo que cuidarlos.

Supongo que últimamente tengo poco tiempo para dedicar a la fotografía y en estos momentos se me viene encima una semana muy muy complicada.

Quiero volver, despues de estas series y exposciones de fotografías a alternarlas con capturas unitarias. Requieren un menor tiempo, aunque no dejaré para nada el reportaje temático y las series de fotografías.

Últimamente me encuentro experimentando muchísimas cosas en fotografía, hasta encontrar un poco el camino que quiero seguir. Experimento sombras, luces y ahora me ha dado por el ruido. Me parece muuuuy interesante compositivamente. A veces no queremos que todo se encuente totalmente enfocado, tambien queremos que haya sentimiento, eliminando aristas y dejando entrever siluetas y momentos.

Espero que os haya gustado. Nos vemos en las siguientes.


La casa de mi tia Encarna está llena de todos esos cachivaches mágicos que evocan una historia mucho mas antigua, la que les tocó vivir a ellos en los años sesenta y setenta. Por aquel entonces no había casa que no dispusiese de una máquina de coser para sus remiendillos, cortes y confección.

Por aquel entonces el encaje, los bolillos y demás filigranas estaban ya en decadencia frente al poder de las nuevas máquinas industriales minimizadas por la industria para colocar una venta en cada hogar. Mi abuela María tenía una Singer muy bonita, la cual, muy estropeada y oxidada, mi tía se ha encargado de guardar celósamente. Ya sin uso es una pieza de coleccionismo melancólico que otra cosa.



Aquel día me aburría en su casa, saqué la cámara y con la poca luz que había en aquel rincón, decidí hacer algunas capturas aprovechando la profundidad de campo que me brinda el f2.8. Supongo que me atraen en demasía los contrastados amarillos de unas letras mas que reconocibles, e incluso diría que legendarias.



Espero que os hayan gustado las capturas, un saludete y hasta la próxima. Aprovechad estos dias para salir a fotografiar, las nubes son una maravilla y los atardeceres magníficos.


La verdad es que desde que murió mi abuelo hace ya algunos años, no había bajado a la parata de su trabajo. La semana pasada decidí bajar y me encontré con miles de detalles y recuerdos que quise fotografiar. Parecía como si Francisco fuese a volver a la mañana siguiente, aunque todo mas polvoriento, oxidado y apolillado. Todo aquello quedó intacto desde que murió, prácticamente virgen y a merced del tiempo que no perdona lo vivo, pero tampoco perdona lo inerte.



Tras los años de posguerra civil, mi abuelo consiguió con mucho esfuerzo comprarle a sus hermanos su parte en dos cachos de tierra en la vega del pueblo de Viator en Almería. Unos metros que les había dejado en herencia su difunto padre. Los años de hambruna y de falta de trabajo hicieron que mis tio-abuelos tubieran que salir hacia Cataluña donde había trabajo, así que decidieron desprenderse de los lazos que les ataban a nuestra tierra. De muy poco valor y con mucho esfuerzo fué levantando por si mismo un muro por "estratos" para delimitar la parcela y así poder guardar ganado en él. Empezó con una vaca para finalmente acabar por tener mas de una veintena de ellas.



Siempre suelo decir que el "trabajo" es una cultura dentro de mi familia Góngora. Jamás suelo recordar a mi abuelo Francisco y mucho menos hoy día a mi padre o mis tios, sin ninguna herramienta o utillaje entre las manos. No suelo recordarlos sentados y desde luego no descansando. Se trata de un defecto genético o una catarsis mental que nos inquieta las piernas aunque estamos sentados. Mi mujer decía el otro día que tengo el "síndrome de los pies inquietos" e hipondríaco de mí, me lo creí a pies juntillas. Será la herencia genética ...



La "parata", como nosotros la llamamos son los restos de una antigua vaquería, donde mi abuelo vivió toda su vida. Si en un tiempo pasado fué el origen de sus desvelos y alegrías, últimamente solía ser su rincón de retiro cuando se juviló y murió mi abuela. Actualmente está todo lleno de cachivaches oxidados, cuerdas rotas y utensilios que él utilizaba antaño. La impresión es desoladora y marciana cuando entras allí. Se ha convertido con el tiempo un lugar polvoriento, húmedo y desaliñado, aunque fotográficamente encantador para mí.






Siempre he recordado este lugar como un enjambre de aparatos lunáticos y de difícil conocimiento acerca de para que se usaban. Las cadenas y cachivaches cuelgan por todos los lugares, sueltas o en racimos parecen medallas por su dura trayectoria en el trabajo. Uno de esos premios olvidados de la academia de la vida. Me gusta su presencia con sus contrastes y la luminosidad de la pared, así como el óxido que desprenden.







La dificultad de exponer bien la luz, ya que en la parata la misma es muy tenue, así como los altos contrastes que me iba encontrando me hicieron forzar un poco el iso, con el correspondiente ruido que genera. Sin embargo, tengo que reconocer que esta vez he usado el ruido y los fuertes contrastes para conjugarlos en mi favor. Les aportan a las fotografías un toque texturizado que junto con un ambiente lumínico ideal impregnan esta colección fotográfica, para mí, por supuesto, de una personalidad propia.



En esta ocasión me he permitido de usar en toda la exposición el blanco y negro. Personalmente creo que para las fotografías, la ausencia de color es como la fuente de la juventud para las imágenes, unas imágenes que se impregnan de un aire de atemporalidad magnífico.



Conforme pasaba el tiempo allí metido, imaginando para que servirían cada uno de esos cachivaches me dí cuenta de una cosa y un escalofrío me recorrió por la espalda cuando mi tía me lo confirmó. Prácticamente la mayoría de las cosas que estaban presentes, se encontraban tal cual el las dejó, a la intemperie y merced de los elementos y algún que otro ladronzuelo o animalillo.





Allí podía ver aun las polvorientas ropas que colgaba tras lavarse, las llaves de lugares olvidados, una linterna sin pilas, un abrelatas, una botella verde de agua y miles de resquicios de una vida pasada que ahora sólo podemos sospechar que existe porque nos lo enseñan los "callejeros por el mundo", pero que nos olvidamos que no hace mucho tiempo, estábamos nosotros así.



La parcela tenía en uno de sus lados un pozo de donde se abastecía la casa de agua. Antiguamente regentado por una garrucha que no pude encontrar para fotografiar. Su estado es hoy realmente lamentable.



También podemos encontrar los restos de un motor de succión que en los últimos tiempos, antes de los estragos que hicieron con el sector las cuotas lácteas europeas, se utilizaba para el ordeño automático. Hoy día está totalmente en un estado dantesco. Os dejo unas capturas que le realicé.







Mi abuelo siempre tuvo todo el techo de la explanada de la parata con un entramado de alambres repleto de parras. Unas parras que daban unos racimos de uvas magníficos y mantenían los habitantes que vivian abajo con una temperatura muy alejada del sofocante calor del verano. Hoy día, sólo quedan cuatro alambres colganderos que aun los mercaderes de la chatarra no han hecho buena cuenta de ellos.





Yo había estado jugando allí y la verdad es que para mi, todas estas fotografías tienen un tono melancólico que a mi especialmente me enamora. Todas las g





Es impresionante para mí como hoy revelando las fotografías y escuchando a "Daughtry" se me escapó una lágrima. Supongo que el sufrimiento de aquella vida no fué en vano... Estoy deseando acabar esta serie de fotografías y enfundarme de nuevo el traje de simple y vanal, sólo hasta que la cámara me devuelva los sentimientos.

Desde luego esta exposición se la dedico a mis cuatro abuelos fallecidos, a mi padre y a mis tíos, que trabajaban desde los dos años y medio. Tuvieron una vida muy muy dura. Eran trabajadores natos y nos ayudaron a que hoy nos encontrásemos una vida mas cómoda, a pesar de las crisis y que muchos no valoran.

Sin embargo, no quería terminar esta exposición sin conseguir vencer la desolación sin poner una pizca de esperanza en el lugar. La vida se abre paso en cualquier lugar y esta captura da fe de ello.



Espero que os haya gustado, que hayais podido reflexionar y sobre todo disfrutar con el valor de una imagen....


Javier Aparico es uno de esos talentos musicales ocultos que esta generación de la crisis se ha encargado de impedir que brille con la intensidad que el merece. A pesar de ser un ganador de múltiples concursos musicales a nivel nacional, su sencillez y su pasión por la música va mas allá de producir ondas en el aire. Vive para ella, compone y se desvive por enseñar sus conocimientos en el conservatorio a los que como él, quieren abrirse camino en el difícil mundo clásico. Yo tengo el inmenso placer de tenerlo en mi familia, es mi cuñado.



Despertarnos por la mañana en su casa y poder contemplar su herramienta de trabajo mas preciada es una auténtica maravilla. Un salón pequeñito pero regentado por un inmenso piano de cola, lacado en brillante negro, lleno de polvorientos cachivaches, notas, partituras corregidas y mil cosas que no sabría explicar. Mis hijos hacen las delicas toqueteandolo todo y poniendome nervioso tras revolverlo todo. Encima del piano, la fotografía de mi cuñada que expuse en los Aljives Árabes de Almería. Y mientras yo observo el escenario, mi hijo se come media partitura...



Todas las mañanas que nos quedamos en su casa, Javier nos deleita con algunos fragmentos de lo último que está tocando, pero aquella mañana era diferente, nos despertamos con prisas, todo un domingo no era suficiente para hacer lo que teníamos planeado. Por eso me dijeron "cinco minutos y salimos".



No era tiempo suficiente. Había echado todo el equipamiento para fotografiarlo tocando, interpretando y viviéndolo. Todos comenzaron como locos a vestirse. Hasta pisaron al gato con las prisas. Estaba claro que tendría que dejarlo para otra ocasión. Las teclas del piano, en esta ocasión, quedaron desiertas.



No me quedó nada mas que sacar mi cámara y ponerme a hacerle algunos planos de naturalezas muertas a los pequeños detalles del interior del piano. Tengo que reconocer, que tantas cuerdecitas, tantos tensores, pulsadores y demás me fascinan. Me hacen preguntarme sobre quién en su sano juicio inventó maquinaria tan perfecta.



Fotográficamente hablando el día no acabó aquí, pero si me dejó un pequeño mal sabor de boca que se pasó despues de la promesa de Javier, de dejarme fotografiar, entre bambalinas, en su próximo concierto.

Quiero dedicar esta serie de fotografías evidentemente a Javier, que aunque nuestros comienzon no fueron buenos (Solo a mi se me ocurre declararme antimadridista delante de un Ultrasur...), cuanto mas lo conozco mas lo aprecio, y como siempre.... fotografiamos lo que nos gusta o lo que apreciamos.

Espero que os hayan gustado estas "simples capturas". Nos vemos pronto y a seguir fotografiandoooo!!!


Hace ya algunas semanas, estuvimos mi mujer y dos de mis mejores amigos, Verónica y Dieguito, dándonos una vuelta por el Cabo de Gata. Era ya tarde, pero decidimos ir a ver el tan afamado Cortijo del Fraile, ese lugar tan fotografiado, pero que no habíamos visto con nuestros propios ojos.



Desde Rodalquilar, cruzamos la sierra hasta el valle donde se encuentra ubicado a través de una carretera que era un pedregal, pero con unos paisajes aun cuasi vírgenes que invitaban a descubrir sus senderos de manera muchísimo mas profunda.



El paraje donde se encuentra ubicado es una auténtica maravilla. Bordeado por senderos, pitas y plantaciones, con cerros suaves cuyo calor de atardecer, ofrecía una temperatura de color a las arcillas y a los verdes de las pitas, muy interesante. Las solariegas construcciones mostraban un aspecto desolador en un lugar en el que se puede observar que antaño tendría un esplendor muy dificil de recuperar hoy día. El silencio era, yo diría que hasta agradable en un principio, si bien, conforme iba acercándose la noche, los ruidos, graznidos y siseos, eran incluso aterradores.





El recinto dispone de un aljibe muy muy bien cuidado. Auténticamente precioso, cuyo blanco contrastaba muchísimo con el paisaje y el ambiente nublado del atardecer. Supongo que el agua es un bien tan preciado, que no podemos permitirnos el lujo de descuidar.










El interior del cortijo es realmente desolador, un auténtico despropósito. Nos armamos de valor y pasamos por algunas dependencias, pero finalmente nos pudo el miedo de los carteles de advertencia. Como decía Asterix y los galos, "sólo teníamos miedo de que el cielo cayese sobre nuestras cabezas". Era interesantísimo ver como algunas de las dependencias presentaban que el techo estaba sujetado de tal manera que habían sustituido las vigas de madera por los railes de las vagonetas de las minas.








En el interior de la capilla o iglesia continuaba la tónica de la desolación. Estaba toda llena de pintadas, algunas de ellas de muy mal gusto. Me he tomado la licencia de clonarlas, ya que, aparte de parecerme fuera de contexto,creo firmemente en el respeto mutuo entre las personas.



La noche ya se nos había echado encima cuando decidimos largarnos de ese lugar. Satisfechos por haber estado en un lugar emblemático e inspirador de Almería, un lugar anclado en otra época, un lugar repleto de recuerdos, dramas, sufrimiento, trabajo y sangre.







Hace ya algún tiempo que me planteé que mis fotografías quería hacerlas por series o exposiciones. Es una nueva forma de trabajar que intentaré mantener a lo largo del tiempo y que creo que con ella, se moldea mucho más mi trabajo y se contextualiza bastante. Tengo que reconocer que últimamente no me encuentro agusto con las fotografías que hago, creo que como dice el anuncio....voy a tener que desaprender....

Quiero además dedicarle esta sesión de fotografías a dos de mis mejores amigos. Diego y Verónica. Ellos, junto con mi mujer, suelen tener la paciencia, "santa paciencia" de aguantarme "una fotografía mas". Son mis amigos, confidentes y compañeros de aventuras. Y desde luego, iría con ellos al fin del mundo, pero para fotografiarlo!.....

Aquí teneis una captura que realicé para explicarle a Diego, lo curioso de la profundidad de campo en fotografía. Nos aburríamos entre captura y captura....